martes, 15 de diciembre de 2015

El NUMERO 23

Titulo: EL NUMERO 23
Titulo Original: The number 23.
Año: 2007.
Duracion: 95 min.

Jim Carrey, Virginia Madsen, Logan Lerman, Danny Huston, Rhona Mitra, Lynn Collins, Michelle Arthur, Mark Pellegrino, Paul Butcher

Atrapado en una espiral obsesiva con el Número 23, Walter Sparrow (Jim Carrey) convierte su vida que alguna vez fue idílica en un auténtico infierno de tortura psicológica que podría conducirlo a su propia muerte, e incluso provocar la de sus seres queridos. Estimulado por una misteriosa novela, Número 23, a la que no se atreve a dejar de leer, Walter se ve obligado a descifrar los secretos de su pasado antes de poder proseguir su futuro con su esposa, Agatha (Virginia Madsen) y su hijo adolescente, Robin (Logan Lerman). 


La novela, que Walter recibiera de Agatha como regalo de cumpleaños, que trata de una serie de misteriosos asesinatos, parece reflejar la vida de Walter de una forma oscura e incontrolable. La vida del personaje principal del libro, un extraño detective llamado Fingerling (también representado por Jim Carrey), está llena de momentos que reflejan la vida misma de Walter. A medida que cobra vida el mundo del libro, Walter se ve infectado por la parte que le provoca mayor temor: la obsesión de Fingerling con el poder oculto tras el Número 23.


lunes, 14 de diciembre de 2015

RESUMEN DE CASOS PRINCIPALES (MELANIE KLEIN)

Caso 1 
ERNA
6 años de edad.
Presentaba al comienzo del tratamiento una gran neurosis obsesiva que enmascaraba un paranoia.
En el juego, Erna representaba a la figura del adulto; en la primera parte expresando su sadismo, ya sea en el papel de la madre, o la maestra, haciendo padecer a la hija torturas y humillaciones.
Los rasgos paranoicos se manifestaban en que esta era constantemente espiada y sus pensamientos adivinados. Cuando Erna misma representaba a la hija, en su juego terminaba escapando ella de las persecuciones haciéndose “rica y poderosa”; cuando se agotaba su sadismo, en la segunda parte del juego sobrevenía una reacción de profunda depresión, ansiedad y agotamiento corporal.
Su juego manifestaba la incapacidad de soportar la opresión; manifestando una serie de síntomas graves. La realización de deseos radicaba en el esfuerzo de Erna de identificarse con la parte mas fuerte para dominar su miedo a la persecución.
Esas satisfacciones narcisistas logradas por el yo en sus victorias sobre los enemigos tanto internos como externos, apaciguaban al súper yo, necesario para la disminución de la angustia.

Caso 2
RITA
2 años y 9 meses.
Presentaba una grave neurosis obsesiva, e inhibición del juego.
Amamantada durante pocos meses, compartió la  habitación de los padres hasta casi los 2 años. Hasta comienzos del primer año muestra preferencia por la madre, para volcarse luego al padre. A la edad  de 18 meses, aparecen los terrores nocturnos, miedo a los animales, sobre todo a  los perros, acompañando el nacimiento del hermano. Comienzan rituales obsesivos nocturnos.
En dicho ritual, arropaba a su muñeca y ponía al elefante junto a la cama de esta. El elefante (por introyección, representaba a la imago del padre) ejerciendo el rol de la figura que impide que la niña se levantara e hiciera daño, robara al niño con el que la madre estaba embarazada y lastimar y castrar a ambos padres. 
En el juego, la mente de Rita ocupaba ambos papeles; el de la autoridad que inflige el castigo, y el del niño que lo recibe. 

Caso 3
DICK
4 años de edad.
Por su vocabulario y desarrollo intelectual estaba al nivel de un niño de 15/18 meses, le faltaba la adaptación a la realidad y relaciones emocionales con su ambiente, carecía de afecto y era indiferente a la presencia o ausencia de su madre o niñera, el comportamiento de Dick carecía de sentido y propósito, y no tenía relación con ningún afecto o angustia. También presentaba una imposibilidad de establecer relación simbólica con las cosas, su simbolismo no se había desarrollado.
Su lactancia había sido insatisfactoria, y aunque recibió toda clase de cuidados, nunca se lo prodigó verdadero amor, Dick creció en un ambiente sumamente pobre de amor.
Había en el yo una incapacidad completa, aparentemente constitucional para tolerar la angustia, lo genital había intervenido muy precozmente, lo cual produjo una prematura identificación con el objeto atacado y contribuyó a la formación de una defensa igualmente prematura para el sadismo.
En el transcurso de el análisis, comenzó a retener palabras, estableció una relación con la niñera mostrando angustia ante la ausencia de esta, y pudo expulsar su sadismo a través de actos agresivos (como romper, arañar, etc).